sábado, 13 de octubre de 2012

Un gilipollas

JUAN JOSÉ MILLÁS 12/10/2012 Informacion.es El Periódico de la Provincia de Alicante

Dicen que ese político del PP que aseguró que las leyes, como las mujeres, estaban para ser violadas, continúa todavía perplejo. Convencido de haber dicho algo ingenioso y profundo, que le catapultaría a las cimas de la política nacional, no acaba de comprender su situación. Amigo de la ministra Báñez, íntimo del presidente Feijóo, admirador de Aznar y devoto de Fraga, había expresado ideas semejantes en reuniones privadas con la complicidad y el aplauso de los presentes. ¿Qué rayos ha ocurrido para que aquello con lo que triunfaba en la intimidad le condujera al fracaso en la vida pública?
-Pues que hay que disimular, hombre -le habrán dicho sus compañeros-. Una cosa es lo que se piensa y otra lo que se dice. Todos sabemos para qué sirven las leyes y las mujeres, pero también sabemos para que está la medicación inhibidora y tú, a juzgar por el desparpajo del que haces gala, has dejado de tomarla.
Acto seguido, salió a la palestra Núñez Feijóo orgulloso de que su compañero de ideología hubiera dimitido a las pocas horas de haber dicho para qué servían las mujeres y las leyes. No se dio cuenta de que él mismo debería haberlo cesado al minuto siguiente de la declaración, de modo que también le traicionó el subconsciente. Es como si un policía se vanagloriara de que un asesino al que había podido detener el día 15 se entregara voluntariamente el día 18. Durante los tres días que permaneció fuera del calabozo podría haber cometido siete crímenes más. El señor para el que las mujeres y las leyes sólo servían para ser violadas podría haber perpetrado a lo largo de esas horas en las que dudó si dimitir o no otras siete declaraciones de semejante profundidad filosófica. No es un mérito, en fin, que él dimitiera sino un demérito que Feijóo o Báñez no lo cesaran.
Ahora bien, aquí estamos hablando todo el rato de ideología, es decir, de ideas, y no cabe duda de que este señor tiene las suyas. Es un hombre que piensa que las mujeres y las leyes solo sirven para ser violadas. Pensamiento político y existencial a tope, no lo negamos. Podríamos decir por tanto que ese señor, de cuyo nombre no queremos acordarnos, es un ideólogo. Pero preferimos decir que es un gilipollas. O sea, un ideólogo de la gilipollez.


http://www.diarioinformacion.com/opinion/2012/10/12/gilipollas/1303936.html